Un nuevo año y la felicidad de Buda
por Mauricio Vallejo Márquez
Buda era mencionado por mi abuela Josefina. Ese hombre que
yo relacionaba siempre con un señor con los lóbulos de sus orejas enormes. Mi
abuela siempre tuvo devoción por esos guías espirituales que algo le han
enseñado al ser humano. Y Buda es uno de ellos.
En Taiwán pude conocer uno de sus templos. Enorme templo que
llenaba el horizonte con una figura que lo emulaba, una figura dorada que se
dejaba barnizar de sol. Esa tarde hablaba con Haufan Salengke un amigo
indonesio que es musulmán, acerca de lo positivo o negativo de caminar por ahí.
Haufan, siempre afable, me dijo: “Fue un hombre de grandes
enseñanzas”. Y qué más decir sobre eso.
Dejé que el día me guiara por ese lugar, me concentré en conocer un poco de
Buda y de tomar lo bueno, como debe ser. Ya antes había recorrido varios
templos y me preguntaba cómo sería el próximo año, como sería el 2015.
Tan lejos de El Salvador, tan lejos de todo. Con la cabeza
suficientemente fría para plantearme cualquier pregunta de lo que deparara el
futuro porque no había nada que me recordara el presente. Tal vez no tenga las
mismas ideas de esa tarde de marzo, pero sí esa incertidumbre por el devenir
que lo combina con la certeza de la esperanza. Pero, aprendiendo siempre a
saber que lo importante es ser felices a pesar de lo que depare el mundo.
Dentro de las exposiciones de Buda encontré al Buda feliz, ese que repetía cada cierto tiempo kai chin (estoy feliz) mientras el mundo seguí avanzando y avanzando. Quizá esa era la clave para tantas cosas: la felicidad. ¿Pero qué es y cómo se obtiene?
"La felicidad es un estado
mental que nos permite apreciar cualquier cosa", dijo Buda.
Qué otra cosa mejor que esa, seguir con el deseo de crecer
al aprender a conocernos y saber cómo seguir creciendo. No crecer en esa idea egoísta
de azadón, sino la de mejorar yo para ayudar a mejorar a otros. Así que el 2015
me recibe con ese deseo de seguir creciendo como ser humano para seguir
ayudando a otros. Gracias, Buda. Gracias, Haufan. Siempre aprendemos, si
deseamos aprender.
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