El tiempo que nos habita

Por Mauricio Vallejo Márquez

Cuando era pequeño veía pasar las horas con la lentitud que el espacio ve como se mueve su inmensidad. Sentía que las horas no pasaban y que los día eran semanas, meses, incluso años. Con el tiempo fui más consciente de que ese dichoso cronos en que vamos sumando segundos para medir el tiempo era inevitable. Pero, igual me sentía inmortal y dichoso en lo que hacía.
Me pasé la niñez en diversión: jugando. 
Un día  me dijeron que cuando creciera el tiempo iba a pasar más rápido. No lo creí , sin embargo la experiencia termina haciéndonos ver la verdad. Ahora los días pasan tan rápido que siento que los últimos años me parecerán un soplo, aunque aún tengo esa idea de habitar el kairos. El tiempo sigue su marcha, pero ahora siento que se va más rápido, mucho más rápido, de prisa.
Antes tomaba mis muñecos y pasaba las horas creando historias, elaborando esculturas de plastilina, dibujando, pintando, haciendo lo que amaba. Ahora comparto mi amor con la cotidianidad y el absurdo sistema que nos obliga a trabajar en lo que no somos y como a Jaime Suárez Quemaìn decía “andar con un disfraz que desentona”, pero es parte de vivir.

En tanto sigue pasando, sigo viviendo y sigo soñando. Así somo los soñadores que aún viviendo la realidad tenemos la vista siempre en lo ideal.



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