Llueve

por Mauricio Vallejo Márquez

San Salvador es frío cuando llega la lluvia. Después de intensos meses de calor la lluvia refresca por efímeros minutos sus calles. Húmeda la acera deja ver que las nubes como ese inmenso rebaño que el viento lleva por doquier avanza lento, tanto como el tiempo y nosotros en él. San Salvador es como un inmenso lago que el sol libera mientras el bullicio único del Centro emigra por sus calles hasta topar los suburbios, el campo, la montaña. Entonces regresa la lluvia como diminutas agujas que bordan la espera de la gente que se resguarda bajo algún techo o las sombrillas. Llueve, hasta que otra vez deje de llover y San Salvador sea otra vez el mismo.

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