Papeles y ayeres
por Mauricio Vallejo Márquez
Revisando entre mis papeles encontré un pequeño trozo de papel en el que había escrito don Santos
y una tarjeta de Reyes Gilberto Arévalo, del mismo día en que me envío su libro. Los dos personajes ya no viven. Se fueron este
año, al igual que muchas cosas más. Los papeles en verdad ayudan a recordar
cosas, a mantener vivas esas escenas y esas voces que podría disiparse mientras
el mundo y su audiovisual recurso televisivo o internet lo imperan.
Don Santos era un tipo tan pacífico, tan tranquilo. Siempre
estaba sonriente, aun cuando cargaba un gran huacal de masa para pupusas. Era
un tipo simpático, siempre conversaba y aconsejaba a su modo. Vendía su casa y
alguien lo visitó por la noche, ese alguien lo asesinó. A él y a su familia.
Así que dejamos de saber de don Santos y su buena onda.
Don Reyes era un tipo diez. Cuando mi hijo se enfermó de
gravedad, él nos echó la mano y así como a nosotros a muchos más. Pocas veces
escuché su voz, pero leí muchos de sus escritos y aún guardo entre mis estantes
su último libro. Don Reyes también nos dejó, pero por una enfermedad que lo
impuso.
Así como ellos volvieron a mi mente, muchos más comenzaron a
cruzarse, a despertar imágenes que había perdido de aquellos años que viajaba
mucho al oriente, de esa amistad con Carlos “El Famoso” Hernández y tantas
cosas más como el esfuerzo titánico que hizo en su entonces Bernardino Albiñana
con la venta del loroco. Del amigo Rubén Morán que rompió el record de eventos
municipales en Oriente. Y de repente surge la tarjeta de la Hostería de
Xicohtencatl y esos días de ajedrez y caminatas.Tlaxcala nunca pasa de largo a pesar de que los años lo procuran.
Las tarjetas de presentación que cuentan el currículo de los
amigos, de esos puestos importantes o de esos pequeños empleos que ahora
parecen mentira viendo como pasan algunos, siguen siendo mejor que llevar al día una bitácora.
Pasa el tiempo sin duda, pasa sin quererlo. Y nosotros
apenas vamos guardando esos recuerdos. Con los años parece que lo olvidáramos
todo, pero siempre existe un papel que nos recuerda alguna escena de este gran
teatro que vivimos.
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