Cambios
por Mauricio Vallejo Márquez
Todo cambia. Así es, nada es estático a no ser la existencia misma. Las personas cambian también, aunque aparenten no hacerlo. Las ciudades evolucionan tan rápido que en poco tiempo dejan de ser reconocibles. Cuando recorro la 25 Av. y veo el Externado San José y el Hospital Pro familia recuerdo que en ese colegio viví mis primeros años, y que en ese hospital nací. En 1979 se llamaba La Policlínica.
Es curioso recorrer esa calle y no reparar en lo curiosa que puede ser la vida. Allí nací y allá desarrollé mis primeros años como estudiante. Miro los dos lugares desde afuera. No he entrado en esos lugares en años, es más las aulas en las que pasé las mañanas nunca las he vuelto a visitar ni la habitación en la que respiré por primera vez oxígeno.
Todo cambia. Es posible que algún día pase o pasaré por la zona en que moriré y aún no reparo en ello, y quizá no repare hasta que llegue ese momento. También es posible que esté en ese puesto hasta que llegue mi turno de partir.
La vida cambia, el tiempo cambia. Y ese cambio es tan sostenido que podría decir que eso no cambiará jamás.
Todo cambia. Así es, nada es estático a no ser la existencia misma. Las personas cambian también, aunque aparenten no hacerlo. Las ciudades evolucionan tan rápido que en poco tiempo dejan de ser reconocibles. Cuando recorro la 25 Av. y veo el Externado San José y el Hospital Pro familia recuerdo que en ese colegio viví mis primeros años, y que en ese hospital nací. En 1979 se llamaba La Policlínica.
Es curioso recorrer esa calle y no reparar en lo curiosa que puede ser la vida. Allí nací y allá desarrollé mis primeros años como estudiante. Miro los dos lugares desde afuera. No he entrado en esos lugares en años, es más las aulas en las que pasé las mañanas nunca las he vuelto a visitar ni la habitación en la que respiré por primera vez oxígeno.
Todo cambia. Es posible que algún día pase o pasaré por la zona en que moriré y aún no reparo en ello, y quizá no repare hasta que llegue ese momento. También es posible que esté en ese puesto hasta que llegue mi turno de partir.
La vida cambia, el tiempo cambia. Y ese cambio es tan sostenido que podría decir que eso no cambiará jamás.
Comentarios