En el camino

Busqué la sombra. Apenas me arañaba el rostro la leve sombra de un árbol, pero igual me senté a contemplar el trascurrir de las horas cuando vi a unos metros a don Juan José Rivas comiendo un sorbete de carretón.
Lo dejé llegar. Hasta que estuvo cerca le hablé, para dejar que fluyera la escena. Camina despacio, un fondista de años que aún se mantiene activo y de vez en cuando se deja correr.
Se sentó junto a mí y comenzamos a hablar.
La tarde se iba y la gente pasaba como la brisa. A lo lejos dos amigos de lo ajeno nos obsevaron detenidamente hasta que perdieron la fe y se diluyeron entre el gentío.
-No nos vieron nada de valor-me dijo.
Mientras nos dirigíamos a la Galería nacional saqué mi cámara (el celular) y nos tomamos una foto para inmortalizar el instante. Yo, junto al fondista, luzco una camiseta que dice "maratón". Quizá me sirva de promesa para al fin animarme a correr una.
Al final, don Juan José y yo salimos del parque en busca de las rutas qye nos llevaran a nuestras redpectivas casas con la promesa de volvernos a encontrar con el maravilloso efecto de la casualidad.



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