Las calles y el rumor que las habita


por Mauricio Vallejo Márquez

Son curiosas las calles, el rumor que en ellas habita. Sobre todo las del Centro de San Salvador donde los vendedores han asaltado las cunetas, las calles y hacen del día una feria por siempre donde habitan sus juegos de cartas, las chiviadas, las mesas con cuadros para jugar damas o ajedrez.
En todo tiempo, y a veces por gusto, por el sólo hecho de no tener la mirada perdida, camino. Y conforme borro los pasos crece la ciudad y las costumbres y la gente se mueve entre la calle y el negocio ajenos a todo, hasta que una voz emerge de un local invitando a pasar. Y os viejos con su barba de sueños venden la suerte y le llaman jugar a tomar un trozo de papel con números, y buscan el mejor, el que lleva el triunfo, los mil, dos mil o más.
Y sigo, porque el resto del camino no existe, y conforme crecen las cuadras y el bullicio muta como un ventilador al paso de sus astas, mostrando una ilusión de lo que es. Así son las calles del Centro, tan llenas de nosotros mismos, llenas de lo que negamos que pretendemos negar a pesar de la certeza fiera de que es así, y no hay duda de que los ruidos retratan nuestro pasado de represiones, de odios, de intolerancia y racismo. Eso que nos enseñaron a hacer con prohibirlo con distorsionarlo, con empañarnos la realidad, lo bueno que somos. Esas mentiras que a rosa de los vientos nos afirman, y que por amor las creemos o por ingenuidad, ¿porque qué puede ser mas ingenuo que el amor?, qué puede también ser mas peligroso que cuando se tiene o cuando se ha perdido. Todo eso contienen nuestras calles que agonizan soportando hasta la muerte para no gritarlo, pero que lo muestra en su rostro, ese sucio rostro que arrastra nuestra pobreza e incultura y que quizá nunca podrá cambiarse, porque de hacerlo tendrían que cambiar todo nuestro país y so no se puede si no se quiere. 

Comentarios

De rosas y limoneros ha dicho que…
Sí ese es el rumo del corazón del pueblo. Cuando era peque mi mamá solía comprar en ese Centro HIstórico y yo la acompañaba a regaña dientes,sin embargo ese rumor de las calles reverberaba y lo sentía en toda mi estructura humana y pensaba que ese era San Salvador.
¡Que bonita crónica Mauricio Vallejo! al leerla volví a sentir la inquietud que me generaba, "de peque", el rumor de las calles de San Salvador. Inolvidable rumor que se pegaba en los huesos.

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