Apariencia

Por Mauricio Vallejo Márquez
La quietud contiene mucho movimiento. A veces me detengo a observar desde mi ventana el delicado trajín que lleva con lentitud la mañana. Veo los microbuses recogiendo a los niños, la gente caminando a su trabajo, alguna ardilla equilibrando en el tendido eléctrico, mientras a lo lejos logró ver a Armindo barriendo las hojas secas que procuran ser islas en el caudaloso río negro que tenemos por calle.
Esa calle, no es la misma, aunque lo sea. Pasamos tardes enteras en ella, jugando fútbol, en esos partidos donde no había tiempo ni número exacto de participantes. Casi todos los varones de la colonia estábamos ahí. Jugando el mascón.
La noche hace su mella también y el sonido de los vehículos trayendo fiesta a cualquier casa se dejaba escuchar después de las 8:00 de la noche, e incluso sonaba más duro luego de la madrugada.

Las calles de la colonia son así, silentes, pero con mucho ruido. Ese ruido que se escucha de momento y que no se olvida.  Y parece que no pasara nada, así son los seres humanos también, que pretenden el silencio y llevan bajo el brazo todo el bullicio que parecía inexistente. El mundo, las cosas y la gente tiene una apariencia que oculta muchas historias.


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