Un pequeño gesto de amor
A veces olvidamos que pequeños gestos pueden estar llenos de amor. Cuando era niño me enfermaba mucho, padecía de alergias, entonces mi Mamá Yuly, después de que Ursula me bañaba con agua caliente, me secaba la espalda con una secadora de pelo. Ese pequeño gesto resume un gran amor.
Tengo un par de semanas de recordarla, ella murió el 30 de diciembre del 2006 y aún me parece que no fue así. Ella estaba en Sao Paulo, Brasil, para un tratamiento contra el cáncer. Lamentablemente tras su operación falleció. Sin darse cuenta, como ella misma dijo que debía ser su muerte.
La acompañó esos meses mi tía Marlya, quien dejó por ella: su trabajo, su tiempo, su familia (otro gran gesto de amor) y se dedicó al cuidado de su madre.
Pasados los meses se logró traer las cenizas de mi Mamá Yuly, después de numerosos trámites migratorios. Sé que murió, lo sé, estoy seguro, pero al igual que la muerte de mi padre, me resulta difícil creerla, porque no he visto el cuerpo y no existe una tumba. Sin embargo, en el caso de mi Mamá Yuly no mueren los recuerdos, las horas que hablamos, lo mucho que me quiso aconsejar y el último abrazo que nos dimos. En cambio de mi padre, sólo puedo atesorar los recuerdos que otros tienen de él.
Un pequeño gesto de amor dura en la mente de las personas mucho más que otras cosas. Porque no podemos brindar esos pequeños gestos de amor. Estoy seguro que si lo hiciéramos muchas cosas cambiarían y habría una vida mejor, una familia mejor, un país mejor y sin dudas un buen mundo para vivir.
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