Ese gusto por la lectura


Por Mauricio Vallejo Márquez

Uno de los recuerdos más firmes de mi niñez lo protagonizaron mis abuelos maternos. Ambos pasaban horas leyendo.
Mi fallecido abuelo Mauro leía sin parar textos masónicos, historias y el periódico. Mi abuela Josefina era la amante de la literatura y la preceptiva. El miércoles operaron a mi madre y ella se hospeda por ahora en la casa de mi abuela, y es por eso que recuerdo tantas cosas de esos años. Vi a mi abuela acostada en su cama leyendo. No quise acercarme para interrumpirla, pero recordé esos años hermosos que al verlos ahora sé que fueron fundamentales, gracias a mis abuelos maternos pude ver que es lindo leer y suficiente para pasar las horas.
Sabía que mi padre fue un gran lector, pues en la casa paterna la historia era parecida, aunque pocas veces vi a mis abuelos leer. Mi abuelo Óscar únicamente leía el diario. Mi abuela María Julia leía las Escrituras, pero nada más. En cambio mis tíos Yomar y Kennia eran lectores y ellos me daban libros para que los leyera.
Con mi abuela Josefina leía literatura griega clásica, además de textos de ocultismo, gnosis y otros textos de espiritualidad. Con los Vallejo leía a Charles Dickens hasta la saciedad, sobre todo David Coperfield. Con mi abuela Josefina aprendí a amar a Salarrué. Con los Vallejo supe que tenía mucho que leer. Sin embargo a quienes observé con mayor atención fue a los abuelos Mauro y Josefina. Ellos dos tenían algo más que el gusto por la lectura, eran mi ejemplo mayúsculo, pues ellos eran como mis padres y eso hizo que me gustara leer.
Ahora mis entretenciones son tantas: el televisor, el Internet, la nada. La lectura siempre es una de mis prioridades, pero no como lo fue para los abuelos,que a pesar de la T.V., el Betamax, el radio y otras tantas cosas más siempre prefirieron que las horas pasaran pero con un libro frente a ellos.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me gusta mucho esa escalera (la de la foto). Tantas cosas sucedieron ahi.

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