Sonríen
por Mauricio Vallejo Márquez
Ante la blanca barca del cielo las calles sostienen a las prostitutas,
Con su coraje resguardando entre las piernas,
Sin saber quién será el próximo que pagará por gobernarla.
Sus ojos esconden los llantos más oscuros.
Sus zapatos de tacón están rayados y enfermos.
Sus medias apenas se quejan del maltrato.
Su vestimenta tiene olor a sexo.
Sus cuerpos apenas reflejan los hombres que se han detenido en ellas,
Hombres con los que han sido una sola carne, sin saber sus nombres.
Detenidas en las esquinas. Las prostitutas como adornos en las aceras.
Apenas se oculta el sol, allí están arrojando besos al aire,
Con la agonía en sus manos,
con un hombre a la orilla de su pecho.
Me gusta ver que a pesar de lo terrible de sus vidas,
Sus rostros aún pueden sonreír.
Ante la blanca barca del cielo las calles sostienen a las prostitutas,
Con su coraje resguardando entre las piernas,
Sin saber quién será el próximo que pagará por gobernarla.
Sus ojos esconden los llantos más oscuros.
Sus zapatos de tacón están rayados y enfermos.
Sus medias apenas se quejan del maltrato.
Su vestimenta tiene olor a sexo.
Sus cuerpos apenas reflejan los hombres que se han detenido en ellas,
Hombres con los que han sido una sola carne, sin saber sus nombres.
Detenidas en las esquinas. Las prostitutas como adornos en las aceras.
Apenas se oculta el sol, allí están arrojando besos al aire,
Con la agonía en sus manos,
con un hombre a la orilla de su pecho.
Me gusta ver que a pesar de lo terrible de sus vidas,
Sus rostros aún pueden sonreír.
Comentarios
NO creo posible -gobernar- siquiera a la màs frìa o ardiente de las putas. Ni con el suculento dienro que puedan darle. Las putas nunca se han dejado gobernar . Esa es una màs de las artes de la puta: Hacer creer al otro tipo qeu està siendo gobernada porque se abriò de piernas.
En realidad, el único y verdadero limite que existe para las fronteras de la muerte y la mente, es que no los tienen.
Un placer cruzar tus ideas.
Edgardo Benitez