Un tipo especial

Por Mauricio Vallejo Márquez
Mi amigo Carlitos de verdad es un tipo especial. El martes, mientras iniciábamos la clase de Criminología y Ley Penitenciaria lo demostró. Todo inició cuando llegó nuestra compañera Leyda con su tradicional sonrisa, aunque mostraba algo diferente, y acompañada de un chico. Cuando se acercó a mí le pregunté:
-¿Tu nuevo novio? -Le cuestioné al recordar al anterior, con el que estuvo varios años y nos interrumpia los ensayos de la clinica jurídica en el 2007.
-No... Me acaban de asaltar –dijo e inmediatamente me abrazó e inició su relato.
Leyda abordó un microbús de la ruta 29, bus de reconocida incidencia delincuencial en El Salvador. Mientras ella viajaba se subieron dos sujetos, uno igual a Carlitos (según dijo Leyda) y el otro era un niño de 12 años medio escualido. El que se parece a Carlitos se sentó junto a ella y le mostró un cuchillo de carnicero diciendole: "te lo voy a zampar si no me das los bolados". Leyda quedó petrificada y le entregó sus prendas: el celular y un anillo. Pero cuando los ladrones quisieron quitarle la cartera ella se levantó y comenzó a gritar. Los delincuentes se levantaron también pero tranquilos, como si no pasara nada, y tomaron asiento en la parte trasera del vehículo. Nadie dijo nada, nadie hizo nada. Todos iban callados. Ella quería llorar y se abrazó al primer individuo que vio hasta que él le dijo “¿En que parada se baja señorita? Y ella respondió “en la UTEC”, así tuvo su respuesta: “bueno, pues ya llegamos”. Leyda se bajó del transporte y el resto de la historia no me la compartió.
Mientras me narraban los hechos el licenciado Nelson Rauda dijo:
-¿Está por acá Carlos Roberto Rubio Calles? Necesito hablar con él –inmediatamente Carlitos levantó la mano.
-Aquí estoy licenciado -afirmó entre jadeos.
-Cuando termine de dar las papeletas te acercás. Intenté revisar tu examen, pero no te entendí la letra – y agregó- Les pido a todos que verifiquen su caligrafía, es necesario que la letra sea entendible para califarlos. A veces no se comprende lo que quisieron decir –dijo el lic.
Carlitos se puso rojo tomate de la vergüenza, pensando que se refería a él, pero el licenciado al percatarse añadió:
-No lo digo por ti Carlos. Es que ya estaba un poco cansado cuando me tocó revisar la tuya y por eso me gustaría que me dijeras que quisiste decir en algunos tramos.
El pobre Carlitos sonrió y hasta suspiró. De improviso se sumó a la charla que teníamos con Leyda:
-Ahí en los juzgados en los que yo trabajo llega un montó de mañosos que han asaltado en los buses y tengo fotos en las que los majes les han aventado piedras enormes en la cabeza a alguno por oponérseles. También hay otras cheras a las que les han metido varios balazos en la cara. Hasta ya me puedo la jerga de ellos y los hechos circunstanciales y de todo. Puchica si es cosa seria los mañosos te meten el cuchillo y te sacan las tripas como si nada.Yo por eso no me les opongo porque sé como son. Hasta tenía unas fotos en el celular que dan miedo... Lastima que las borré.
-¿Carlitos podes hablar de eso en otro momento?
-¿Por qué vos?
-No ves que Leyda está nerviosa, la acaban de asaltar en el bus.
-¿En cuál?
-En la 29 -dijo Leyda.
-No te subas a ese bus, ese es el que más casos tiene en el juzgado donde yo trabajo -mencionó Carlitos y agregó- Ese y las 27, la 30, pero el peor de todos es la 101-D.
-!Carlos! -sentencié.
-Hijole, perdón –dijo con sinceridad mi amigo.
Es que Carlitos tiene una suerte que da gracia. Realmente es un tipo divertido, todo un personaje. Con historias exóticas. Sólo para botón de muestra la semana pasada tuvo experiencias interesantes con los exámenes. En la materia de Técnicas de oralidad de la lic. Besy, no se entregaba una papeleta porque no tenía nombre, y Carlitos espero toda la clase hasta que le dijo que a él no le habían dado el resultado de su prueba, entonces la lic. revisó la caligrafía del alumno corroborando la prueba otorgada, cosistente en un cuaderno, lo cual no daba lugar fallos, se lo entregó no sin antes regañarlo por no poner su nombre. Pero no todo es diversión en la vida de Carlos, su mayor deseo es ser un abogado que ayude a la gente y para eso se esfuera a diario teniendo que enfrentar la falta de empleo y el no tener lo suficiente para coronar sus sueños, sin embargo Carlitos sigue firme con los ojos en la meta y deseando luchar hasta que lo consiga.
Carlitos esta inmerso en un mar de incertidunbres acerca de su futuro como abogado por que la falta de trabajo es lo único que puede truncarle su futuro como jurisconsulto, esta es su mayor preocupación según lo que él confía a sus amigos. Carlos también toca guitarra y ahora está repasando la Catedral de Mangoré, porque espera pronto tocar en la Rayuela. Mientras su vida está rodeada de cosas simpáticas.
Hay otras cosas que aún no me autoriza Carlitos para darlas a conocer, pero como él mismo dice: “Ja, si te contara mi vida y las cosas que me pasan, te aseguro que no dejaras de cagarte de la risa”. Así que espero que me las cuente y así compartirlas.

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