Gustavo a más de 300 km por hora


Pocos deportes me gustan. Cuando era adolescente soñaba con ver a la selección de El Salvador en un mundial de fútbol, poco a poco desperté de ese insensato sueño. Ahora estoy seguro que mi amada patria jamás estará en un mundial, sobre todo por el rumbo que lleva. Sin embargo tenemos nuestros consuelos que valen más el oro que muchos otros. Tenemos a un excelente arquero, una gran marchista y eso es decir bastante. No hay que olvidarnos de Eva que por mucho tiempo dio la cara solita por todos nosotros.
Si hubo un deporte que siempre me fascinó es el ajedrez, no tan físico como los otros, pero suficiente para madurar el cerebro y hacer brotar el análisis y otras maravillas. Allí me la pasé galán varios años desenterrando aperturas y aprendiendo a combinar. Mis compañeros ahora están en niveles superiores y desarrollándose para ser los futuros campeones. Entre ellos David Blanco, que ahora es casi invensible, pero todavía es casi. Pero no le di continuidad, es que la literatura me gasta el tiempo y al final no tengo oportunidad de no hacer nada más que escribir y estudiar Derecho. Bueno, quizá uno que otro taller también.

Con el tiempo deje el fútbol por el boxeo, pero no tanto porque me gustara ver trompones y sangre, sino por sus historias. Qué vidas más interesantes tienen los púgiles. Vidas de puro dolor, un dolor que lo reviven cada vez que suben al ring y se dejan manosear la cara por otro hasta que la sangre llega o el debilitamiento hace de las suyas cerca de la lona. Durante el tiempo que trabajé para un matutino cubriendo deportes me familiaricé tanto con esas vidas, que era tan solidario con los chicos de los guantes. Me dolió ver la cachimbeada propinada a Jorge Castillo en los Centroamericanos y del caribe del 2002 y también grité a todo pulmón la medalla de plata de Carlos Torres, aunque me dolió que le ganarán. Qué días, man, qué días!
Una vez me enviaron a cubrir un evento automovilístico al Jabalí y no le hallé la gracia. Ver carros corriendo, ¿para qué? Mejor me voy a la carretera, ahí pasan miles a más de 120 kilómetros por hora, pero al recibir la noticia de que mi primo Gustavo Barrientos obtuvo el tercer lugar en el Cuarto de Milla en stock A3 con tiempo de 18.47 le llena a uno. Sobre todo de alguien como él que se esfuerza a diario. Es fisiculturista desde hace mucho y para ganarse la vida entrena gente en gimnasios, además de estudiar. Ahora está embarcado en una nueva misión: sacarle fuego a las llantas. Adelante primo y suerte en las que siguen.

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Fofografía de Gustavo Barrientos cortesía de Gustavo.
Fotografía de Jorge Castillo tomada de LPG.

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